Insólito, señoras de sesenta años diciendo
que la juventud de ahora esta perdida,
que las niñas de ahora son en exceso libertinas,
señoras haciendo este
tipo de críticas cuando en realidad tienen como diez hijos,
es tan lamentable que
deseen fingir algo que no es,
creen que el cuentito barato de la cigüeña es cierto.
Lo cierto es que as niñas de ahora no son unas santas
y las niñas de su época tampoco lo eran solo
aparentaban serlo.
Las de antes solo guardaban muy bien su
mal comportamiento y las de ahora andan sin tapujos.
Y francamente (no lo digo por ser de esta época)
me parece mucho mejor que
sean transparentes en ese sentido.
Vivir sin darle importancia
a lo que el resto diga.
Después de todo, aunque cualquier
intente convencerse de lo contrario, santos no hay.
Hasta los que parecen santos tienen
momentos de debilidades
para una muestra la historia del padre Alberto Cutie,
un padre que rompió su promesa de celibato.
Y eso es completamente normal,
pues lo que nos hace más humanos y más generosos
son cada uno de nuestros
preciados defectos.
Y sin duda alguna hay que estar
orgullosos de cada uno
de nuestros fallos.
Porque esos hermosos fallos están
presentes para
enseñarnos magistrales lecciones
Y para demostrarnos que nadie en más perfecto que nadie.
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