Nadie lograba comprenderla, poseía la mente más enrevesada. Las ideas más deslumbrantes, más firmes. Muchas veces rebatía sus propias ideas, soló para mejorarlas. Muchas veces actuaba de la manera que menos esperaba. Y si intentabas leer su mirada fallarías, porque sus ojos eran tan oscuros y misteriosos que no revelavan más que un tumulto de emociones inconclusas. Interpretarla perfectamente era tan difícil como hablar a la perfección todos los idiomas existentes.
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