Aquella noche deje que sus ojos me hipnotizaran,
permití que sus palabras
me sedujeran,
que su cercania me alterara.
Y sin oponer resistencia deje que sus
labios me rozaran.
Aquella noche deje
que ese hombre me cautivara.
Que se adueñara de mi alma.
Pues el era eso,
Él era el dueño de mi alma.
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