Estaba casi convencida de que tenía un
nuevo amor.
Creía firmemente que al fin
había logrado olvidarse completamente de él.
pero no.
Por más que intentaba
convencerse de que ya solo albergaba un exiguo recuerdo
de aquel hombre, sabía que indudablemente
se estaba proporcionando falsas esperanzas.
Olvidarlo era molestamente
imposible.
Tanto como vivir en el sol.
Y estaba tan inconfundiblemente segura de que jamás podría
olvidarlo porque cada jodida
vez que cerraba los ojos, el rostro
de él plasmaba tan fuertemente en su mente que
su corazón dolía.
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